Una cosa que fue difícil de entender al principio de la pandemia de Covid-19 fue el frenesí por el papel higiénico. En todo el mundo, cuando se implementaron las primeras medidas restrictivas, muchas personas compraron cantidades inimaginables del producto, creando incluso escasez en muchos lugares. Entre febrero y marzo de 2020, las ventas se dispararon hasta en un 700%, lo que no fue igualado por otros productos de primera necesidad.
Si la búsqueda insaciable del suministro de papel higiénico parecía desproporcionada, la preocupación por el uso del baño en épocas de epidemias virales –especialmente los baños públicos– es algo que debemos tener en cuenta. Esto se debe a que estos pueden ser espacios especialmente adecuados para la propagación de patógenos virales, ya que su función está enfocada en limpiar el cuerpo y evacuar los desechos humanos. Además, es una habitación utilizada por muchas personas diferentes durante el día, relativamente cerrada y generalmente con poca ventilación. Sin embargo, ya existen una serie de productos que reducen significativamente el riesgo de contaminación en los baños, especialmente en aquellas superficies que debemos tocar inevitablemente. ¿Qué precauciones tomarán los arquitectos al diseñar baños públicos en una realidad post-Covid?
Debemos considerar dos factores clave: ventilación y superficies, especialmente aquellas que tocamos mucho (lavamanos, encimeras, manillas de puertas, descargas, griferías, etc.). Según Sanilock, "nueve de cada 10 infecciones virales se transmiten a través de nuestras manos y se contaminan por las superficies infectadas que tocamos". Las gotitas expulsadas por una persona infectada, al toser, estornudar o hablar, pueden alcanzar a otra persona o permanecer en las diferentes superficies. En el baño, sin embargo, esto puede ser más grave.
El concepto "pluma de inodoro" fue acuñado en 1975 por el microbiólogo Charles Gerba y se refiere a la dispersión de partículas microscópicas después de tirar de la cadena de un inodoro y su posible riesgo de propagación de enfermedades. Lo que se sabe es que el SARS-CoV-2 puede eliminarse en la materia fecal hasta un mes después de finalizada la enfermedad. Con respecto al Covid-19, los resultados aún no concluyen si es que esto puede infectar a otra persona.
Un artículo de Steve Calechman recopiló algunos estudios científicos sobre los riesgos de usar un baño público durante una pandemia. Según Calechman, un estudio realizado en Wuhan, China, demostró que la mayor concentración de partículas líquidas diminutas del virus se encuentra en baños con mala ventilación. El estudio también mostró que la higiene y la ventilación limitaban efectivamente la concentración del virus. Por lo tanto, una primera consideración para los diseños de baños pospandémicos es invertir en una buena ventilación –natural o mecánica–, permitiendo que el aire se intercambie en todo momento.
Debido a que las bacterias y los virus permanecen en las superficies durante algún tiempo, existen ciertas precauciones para reducir las posibilidades de contraer enfermedades. Por supuesto, no solo estamos hablando de Covid, sino de muchas otras enfermedades bacterianas y virales. Las tecnologías sin contacto se han vuelto cada vez más accesibles, especialmente para activar grifos, descargas y/o dispensadores de jabón, pero existen elementos, como las manillas y puertas, donde el contacto es casi inevitable. Aún así, existen abrepuertas de brazo o pie, que ofrecen una forma segura de realizar esta operación, evitando la propagación de virus y bacterias a través de las manos. Sanilock ha lanzado además Mamparas Touchfree®, que permiten la apertura, cierre y bloqueo sin contacto, trabajando a través de sensores de proximidad y luces LED que indican la ocupación de la cabina.
Reconociendo que existe un alto riesgo de contagio al tocar superficies contaminadas, la empresa Sanilock ha desarrollado superficies antivirales. Mediante nanotecnología, el recubrimiento se desarrolla con iones de plata cargados positivamente que buscan la polaridad opuesta que tienen las bacterias, virus y hongos, provocando daños e interrupción en la permeabilidad de sus paredes celulares. Además, los iones de plata pueden inhibir la división celular, la respiración y alterar su metabolismo celular. Penetran en el núcleo, uniendo ADN y ARN y enzimas respiratorias, impidiendo el normal funcionamiento de los sistemas celulares, provocando su muerte. Las piezas antivirales incluyen manillas de puertas, secadores de manos, barras de apoyo y otros accesorios anticontagio.
Aunque todo esto no era una preocupación para los arquitectos hasta hace algunos años, hoy la pandemia nos alerta sobre la relación directa entre el diseño arquitectónico y las posibilidades de propagación de enfermedades. Si bien la arquitectura hospitalaria lleva tiempo trabajando en esto, ahora estas exigencias se acercan y deben incorporarse a los más diversos programas. La idea es no preocuparse demasiado, ya que sabemos que existen millones de microorganismos dentro y alrededor de nuestro cuerpo de forma permanente. Lo importante es que, mediante la correcta especificación de materiales y soluciones, nuestras arquitecturas pueden convertirse en lugares más seguros, que eviten el desequilibrio y la propagación de enfermedades.